giovedì 9 aprile 2015

Sexo sin fin





Destilo sexo cada que camino,
cada que respiro, me estiro,
como gata en celo.

Destilo sexo mientras tus piernas no
están en medio mío,
tan lejano, tan cercano.

Veo la lengua de ellos
salir de la incertidumbre
del morbo que provocan
mis pasos desvariados.

Cuido también mis pensamientos,
los he vuelto a encerrar en esa cajita de cristal con caracolas
 y polvo de estrellas,
suspiro bajo, para que no me veas perderme en la inmensidad
de lo ominoso, eso que no permito
nadie toque, nadie vea.

Porque hay calamidad en las cajas de Pandora
cuando quieres conocer su oscuridad.

Yo huyo, confieso que huyo,
me voy de ti, de ellos, de todos,
sé lo que piensan, son predecibles
a excepción de los gansters de la politiquería
y el FMI, esos jamás se sabe
cuándo, cómo y en qué lugar mataran.

Suelto mis alas, esas que escondo mientras comemos,
esos sin sentidos y fulgores que me pasan,
estallidos ultra violentos, radicalismo
de fuego.

Los rayos me parten, los relámpagos
suben, me dan miedo, va a llover, hace frío,
pero sigo mojada y sin ti.

Una nube me lleva encima,
veo cómo viajan, caminan con
la pesadez de la rutina, llevan de sombrero el conformismo
y las mujeres llevan sexis enaguas
que buscan se las quiten,
pero en silencio porque la sociedad así lo exige.

Su falsa sociedad, suciedad.

Luego me bajo de la nube
y me subo al espejo,
espero que me coja toda la noche,
en la calle, con tres o cuatro,
qué más da, el exhibicionismo
es lo mío.

Los gatos me acarician, los acaricio,
lamen mi lengua y entiendo su lenguaje,
se meten en mis piernas,
dejo que metan su lengua.

Tenemos sexo sin fin.
Sí, lo sé, soy ninfómana, pero quiero seguir mojándome.

Despierto en otra hoguera, un incendio,
un infierno se asoma y no estás,
pero tampoco estoy, me veo
así, en El País de las Maravillas,
sí, ese, el de la Lichita o Alicia,
o como quieras llamarle.

Yo le digo a veces Lolita,
porque también la recuerdo,
le abro mis piernas a su tutor.

Luego estás detrás mío, quieres entrar,
pero antes quiero juguemos,
que sueltes el deseo, que me desees
infernalmente, vorazmente, sin misioneros,
sobre la escalera, en el piso, en la calle,
sudando, desquiciado por mi aroma.

Desde atrás penetras mis pensamientos,
lo sé, quieres saberlo, gozarlo,
pero no podrás,
hasta que me tengas extenuada
y deje de destilar tanto sexo.

Son días en los que la gata
anda en brama.

Luego, tu semen me falta,
falta escurra en mi boca.

Caliente y salado.

Afuera, los perros y los hombres aullán.

Hercilia Gato 015´


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Sexo sin fin by Hercilia Castro Balderas is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.

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