lunedì 22 settembre 2014

Carta a mi madre: 1 y tal vez última

Carta a mi madre

Un lugar, 22 de septiembre del 2014.
Querida madre:



No me es fácil escribir esto, pero recuerdas cuando te escribía lo que sentía y lo mucho que te admiraba de niña. Creo la última carta te la hice cuando tenía 21 años. Escribir me es más fácil que expresar mis emociones. Siempre me he considerado una disfuncional afectiva. Siempre te admiré, aún lo hago, tu actividad política, el crecer en una época de machos cuidando a cinco hijos. Sin embargo lamento mucho decir esto. No creo ya a mis 36 en el matriarcado mexicano -porque existe- , de hecho, lo detesto, me es inaguantable la sumisión y a la vez el chantaje de las mujeres.

De por sí, siempre fui una fiel creyente de que no pasaría por los mismos errores que mis cuñadas, que mi hermana ni soportaría hombres adictos o golpeadores –cosa que la vida me hizo tragarme con el imbécil de Márquez, mi primer pareja- pero creo no nací para ser buena hija. Aunque esta carta no es para reclamar, sino para pedirte disculpas, como bien dijiste hace rato, nunca les pedí disculpas a ti y a mi padre por mi “mal comportamiento”.

 Aunque siendo honesta no sé por qué coños debo pedir disculpas cuando yo no pedí llegar a esta galaxia, a éste planeta devastado por la mano del hombre, donde las mujeres son sometidas, se dejan someter en todas las orillas del mundo, por cultura y por el maldito capitalismo.

Yo no te dije que a tus 44 años te embarazaras, tampoco pedí ser epiléptica con síndrome de esclerosis tuberosa. Pero es verdad, ha sido por ti que me llevaste con médicos que puedo hablar, pensar y caminar. Entre tus esfuerzos y los de la ciencia –porque fue la ciencia- estoy bien. En la mañana hablabas de la gratitud, yo no creo la gratitud sea obligada, creo firmemente que el respeto se gana.  En esta casa no crecí viendo respeto. Crecí viendo un hombre alcohólico que trataba de pegarte. ¿Recuerdas esa noche en la recámara de arriba cuando él te iba a dar con la botella de Superior en la cabeza, y que yo salté y le dije papá no? Yo sí lo recuerdo, tenía cinco años. Recuerdas que me tocó tu menopausia y luego en mi recámara una vez fuiste enojada por no sé qué cosa y me jalaste de los cabellos, yo sí recuerdo, tenía como seis años.

Dicen que el ofensor jamás recuerda las ofensas, al ofendido, y es verdad. Pero no te reclamaré, no es mi intención.

Se supone todas estas cosas deberían ser parte de un libro llamado biografía o catarsis, algo así, no una carta. Pero como sé que jamás te diré estas cosas. Sabes, entiendo a mis hermanos la molestia, supongo tenían la idea yo sería una Tita, la de Como agua para chocolate de Laura Esquivel, pero pues no. En parte creo que la culpa de que no sea una pinche tarada sumisa creyente católica fanática virgen puritana y buena niña mansa estúpida y doble moralista fue gracias a ese librero que dejaste en mi recámara. A todos esos libros que me leí y me liberaban. Agradezco mucho a los creadores de la Terapia Gestalt estuvieran ahí, sin sus ejercicios no hubiera superado el abuso infantil que sufrí esa noche de tormenta, cuando vino mi tía Thelma Dorantes y mi “tío” Rodríguez Soto.

Ahí empezó mi temor a la lluvia, mi fobia que aún no supero, el recordar esa blusita verde con la conejita blanca en medio, tenía tirantes naranjas, y mi chorcito blanco y mis huarachitos blancos. Sólo ahí, me arrepiento de haber sido una grosera con mi padre. Tenía siete años. Tú no lo recordarás pero yo sí, vinieron ellos y estaban en el restaurante que tuviste y que quebró mi padre por no ayudarte a administrarlo. Llegaron, comieron, recuerdo mi padre comía un caldo de camarones y metía los dedos, llovía y llovía, yo los escuchaba, le dije a mi padre que “así no se come” y él se encabronó y se fue enojado, ya estaban más alcoholizados que coherentes.

 Él y Rodríguez Soto.
Mi tía Thelma me regañó y me dijo le pidiera perdón a mi padre, fui, subí las escaleras pero el alcohol ya lo había vencido y dormía. Luego en la cocina siguieron platicando tú y mi tía, hasta que se cansaron y decidieron irse, mi tía fue a sacar el rambler y llovía y Rodríguez Soto se fue al baño, salió con el cierre del pantalón abajo y se me acercó, iba vestido de blanco, me espanté, me puso contra la puerta y el cerdo metió su lengua en mi oreja, y yo pensaba –tenía siete años- “diosito, diosito, diosito aparece. Angelito, angelito de mi guarda dónde estás” y él sólo me manoseaba y yo moría de terror y decía que “cuando seas más grande, serás mi mujer”. Y yo sólo sentía asco. En eso, mi tía le gritó “Jorge, apúrate!” y se fue.

 Recuerdo que me metí a bañar y la suciedad no se me quitaba, y yo lloraba sintiéndome sucia. También recuerdo te lo dije y tú sólo respondiste que cuando fuera no me le acercara, que no le dijera nada a mi papá porque “no quieres ver a tu padre en la cárcel”. Y yo, sentí que algo que me unía a ti se rompía. Pero supongo no lo recordarás aunque de esto lo hemos discutido muchas veces. Pero Fritz y Pearls me ayudaron, por ellos no enloquecí. A partír de ahí, comencé a leer a los master de la psiquiatría y filosofía.

No sé si sepas, pero en mi proceso a la secundaria, recuerdo los insultos y ofensas, los escándalos que hacían tú y mi padre, su alcoholismo, cuando le dio porque durmieramos a las seis de la tarde, cuando se arrancaba o hacía que se iba a arrancar en la Chevrolet y yo moría de miedo, y el le daba no dos sino 16 vueltas a la llave para que no saliéramos, recuerdo los adultos en casa, puro adulto porque las vecinas, los vecinos no nos hablaban porque mi tía Elba les dijo no nos hablaran, las humillaciones de mi ti y abuela, que no nos permitieron acercarme a mi abuelo en sus últimos días, recuerdo todo eso, y que los niños de la cuadra principalmente Mónica y Sandra le dijeron a los demás que no me hablaran porque yo tenía granos y era una bruja, en ese entonces nadie sabía de bulín.

 En la secundaria fue peor, me aburría horrores viendo que mis compañeros NO LEÍAN, yo quería platicar con ellos de libros, pero no tenía respuesta. Tampoco permitía los chavos me tocaran la mano, me daba asco, los hombres me daban asco a raíz de lo de mi tío, pero de eso nunca te dije.

Estoy convencida el aborto debe realizarse cuando los hijos no se esperan, que la maternidad debe ser por amor, no porque ya no les queda otra, y hay mujeres que nacimos para no ser madres. Por eso apoyo a las compañeras que luchan por el ILEGRO, la Interrupción Legal del Embarazo en Guerrero. Y lucho con ellas.

Me preguntas sino recuerdo tu amor de madre, que por ti camino y hablo, cierto, pero el precio ha sido alto, muy alto. Madre, perdón si te ofendo, perdón por todos estos años de oprobio, los años en que descubrí el puto mundo se rige por sexo y que si no se vuelve una cabrona se la llevan de calle, por haber descubierto que muchas cosas, incluidas calificaciones se consiguen a base de sexo, que la inteligencia de la mujer en la falocracia, en un mundo de machos, vale un comino. Y no hablo de Irán o Egipto, o Sudán.

No se necesita vivir el sometimiento y la humillación en un país árabe, en cualquier punto, sea México o Pakistán, las mujeres seguimos perdiendo. Pero no es reclamo madre, tampoco dolor, es que tú no recuerdas cuando mi padre –yo tenía 15- iba todas las noches en trusa a mi cuarto, a respirar sobre mi cuerpo, y se tocaba los genitales y yo pensaba “que ya acabe, que ya acabe, que ya se vaya, que ya se vaya” y me quedaba quieta, como muerta, tapada de pies a cabeza fingiendo dormir. Cuando se iba, iniciaba escribir con una lamparita de mano, que nadie me viera y escribía poemas, 42 libretas hablando de suicidios, amor, perversidad y muerte que a los 18 tiré decidida a olvidar. Ahí inició mi insomnio perpetuo. Pero tú no recuerdas.

Creo que por eso hubiera preferido ser hombre, ser mujer es una maldición y no, a mí no me gusta menstruar, me da asco mi propia sangre, tampoco me gusta andar con muchas mujeres, somos las peores enemigas, aparte que creo me entiendo más con los hombres por ser breve y precisa, odio parlotear, contrario a Estrella, me siento un hombre atrapado en el cuerpo de una pinche vieja. Tal vez lo que viví me hizo así.

Lamento tanto ofenderte con mi vida sexual, pero de verdad después de mi separación con Márquez, luego de 4 años de golpes, maltratos, que casi me mataba, anorexia, insomnio, migraña y mentiras (porque frente a la sociedad éramos la pareja perfecta). No te odio, te admiro por tu carrera, por tus años de lucha, por esa vez a mis 8 o 9 años que te vi parada en un escenario debatiendo con más hombres, y ante tu discurso, todos se pusieron de pie, y aplaudieron, por todo lo que me has enseñado, lo bueno, te admiro y te quiero.

Pero si recordarás, entonces, creería cuando me hablas de humildad y de que me pides perdón por las ofensas, pero sé que no recordarás. Yo sé los trapos sucios se lavan en casa, pero esto jamás te lo diré puesto que mañana me voy. Dices que no volverás a hablarme debido a mi actitud de NO HABLAR, de no pedir perdón por tanto sexo y porque según tú en éste infernal pueblo que sólo me ha lastimado, tú y mi padre eran la burla. Lo lamento, pero disfruté cogerme en casi 10 años a decenas de parejas sexuales, siempre con condón, a excepción de aquel imbécil.

Salirme en las noches a tener sexo, ser multi orgásmica. No detenerme. Y yo creo a pesar de la cara que tengo soy encantadora, porque hasta a un secretario de estado me cogí, y otros, me daban “regalos”. Pero todo se acaba, ahora ya no más, luego de diez años me siento a gusto. He disfrutado  hasta donde he podido la vida, como dices, siempre he hecho mi "santa voluntad".

Creo que la mayor discusión entre ambas, es que somos de décadas diferentes, en tu época creían en la manita sudada, el amor duradero y blablablá. Me dices que fueron 39 años con mi padre en unión libre, eso lo admiro, espero durar tanto así con Héctor, el hombre, que llegó a mi vida cuando empezaba a caminar, y que me aceptó cuando aún usaba andadera.

Me reclamas porque soy periodista, es lo único que sé hacer, para no enloquecer o terminar de enloquecer prefiero escribir. Es verdad, estadísticamente es el peor trabajo, el peor pagado, el más amenazado, pero la virtud de los que ejercemos este hermoso oficio es que sabemos (los que tenemos ética) escuchar, comprender, analizar y no juzgar. Sin sumar el activismo constante.

Querida madre, lamento tanto la discusión que hiciste esta noche, porque tú hablas, yo escucho y callo para no herir, sugerencia de Martha y Héctor y de Marianita y Rosa, que ahora que lean esto, tal vez cambien de opinión y me manden a la hoguera. Porque, llevas las de ganar, soy mala hija, no soy sumisa, no creo en dioses, no soy cariñosa, pero reconoce todos tus hijos son secos, lejanos, son proveedores pero somos ariscos como los gatos. Y es por la mala educación que tuvimos, por los tiempos duros, digo mala porque siempre fuiste muy dura, estricta e hiriente, y aprendimos a no contradecirte.

Dices que no nací del viento, tienes razón, me has cuidado, pero en esta casa, de los Castro Balderas –tú, yo, él- recuerdo muchas ausencias, tuyas y de mi padre, era proveedor, pero era una pared, entonces pensé, “uta, creo que seguiré leyendo”, cierto, también tenía sus pros. Como cuando ahora que me caí el trauma me iba a ver en el IMSS para ver si me daba de alta, no fuiste en ese momento, fue Esmeralda porque tú andabas en lo del Morena en Atoyac. Y pues yo te dije que quería hicieras tu vida normal previa a mi caída, a mi cojera, a mi invalidez. Gerardo se molestó mucho, pero nunca te lo dirá.

Lamento mucho me digas no volverás a hablarme y me eches en cara errores de hace 19 años y me reclames los gastos que es verdad, no puedo solventar. Estoy dispuesta a que la casa se vea como sobreviva o muera, la casa de más de 50 años que forjó mi padre y abuelo. Yo, también, no sé si regrese, odio reclamos, quienes me conocen bien saben que son más estratega y negociadora y que eso de discutir me parte la madre. Lamento esto, lamento escribir esto, no te odio, te quiero y te admiro y hace años, te he perdonado. Es sólo que no me gusta discutir.

No creo en un Dios porque no estuvo cuando lo llamé, a veces soy mística, pero reacciono y recuerdo the science save my life. Y claro, tú y los cuidados de mis hermanos –que me llevan algunos por 26 años-. Le debo mucho a muchos, no sólo a ti, incluso, a Zihuatanejo, a su gente buena que aún hay.

No sé cuánto viva, no me importa, sólo cierro ciclos, y como le dije a Atziri: cierra ciclos, perdónate. Así tú madre….Pero por desgracia, creo no volverás a recordar. Es una mala suerte tener buena memoria. “La memoria colectiva del grupo” diría Érica y Malú.

A mi padre, Sergio Castro, antes de morir lo perdoné, nos perdonamos, no te apures, él sabe bien que sólo resta el recordar los pocos momentos felices que tuvimos. Así contigo, recuerdo todo lo lindo, pero no sé si tú recuerdes lo lindo ya.

Tu hija, que te ama: Hercilia

P.D: La casa, en cuanto se fechen citas me avisan. Pero el juicio de interdicción no va, y eso fue acuerdo común con Martha, Gerardo, Jorge (Torres Balderas) y Román (Peralta Balderas).

2da P.D: Perdón por no ser sumisa, por ser hippie (hipster), pobre, puta, looser, rebelde, cabrona, y no dejada, pero cuesta tener un lugar en el mundo…ah, y perdón por ser anti sectas y religiones.

 014´

 Epílogo: Escribo esta chaitzen porque no me salen las palabras, soy pasiva psicológicamente, pero alguien, de los chismosos te la dirá.




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