martedì 14 maggio 2013

La imagen del fotógrafo

Se alocaba la gata pensando en los últimos días dónde andaría el fotógrafo, el recuerdo la asediaba con ganas de volver a chupársela.  Nayla (la gata) había conocido a Horacio en uno de esos momentos que pinta la casualidad.

 Ambos comenzaban a exponer sus obras de arte y se encontraron en el Anatma Café, propiedad de Claudia que también aparte de vender chapatas  y smothies quería darle un espacio a todos aquellos locos artistas que se pararan por su local. En ese entonces Nayla tenía 24 años y Horacio 21, él buscaba afanosamente mostrar sus cualidades como fotógrafo y ella, sólo pensaba en el trabajo y revolcarse con cualquiera que deseara su cuerpo de esbelta mulata.

Meses más tarde, decidieron hacer una exposición colectiva de foto, pinturas y esculturas eróticas que organizaron con una rusa que al final los tranzó y con el abstracto escultor Ignacio. Fue ahí donde Nayla usó por primera vez el seudónimo felino. La exposición rompió esquemas y espantó a uno que otro pueblerino por las imágenes desnudas y policromáticas. Un mes después, expusieron la misma obra en la Casona de Juárez en Acapulco.

Aparte del arte y la embriaguez de colores con el grupo que formaron, las cosas no pasaban más allá entre Nayla y Horacio que una profunda amistad donde ambos compartían secretos, sueños, y deseos de ser los mejores artistas.

Pero en ese andar Nayla conoció a Franco Cianci, un arquitecto italiano y pintor que era un solitario en busca de tranquilidad, a sus 50 años sólo quería vivir tranquilo y hacer crecer su negocio de típica comida italiana. José, primo de Nayla los presentó, y ahí comenzaron las noches de follaje hasta la madrugada, hasta las tardes, el sexo desenfrenado y el deseo que rompió la tranquilidad de Franco.

Una noche Franco le preparó una cena con velas y flores a Nayla- ¿Puedo invitar a Horacio?, dijo ella- Sí- contestó el amante italiano. La velada del trío se hizo interminable, departiendo opiniones sobre fotografía, arquitectura, música y pintura. Después de irse el invitado Franco dijo a Nayla-Él te ve más que una amiga, ustedes se tratan como algo más- ella se sorprendió e hizo caso omiso del comentario que albergaba celos. Terminaron desnudos nuevamente sobre la duela con la música italiana a todo volumen hasta terminar cansados de tanto follar.

Un mes después, Franco le propuso a Nayla ser la señora Cianci, pero ella no aceptó, no podía renunciar a su apellido por sólo la promesa de irse con su amante a Italia. El resultado, fue el final de la relación con el cincuentón que la hacía desvelarse y amanecer mojada.

Horacio, al ver que no tenía futuro en ese pueblo, le dijo a Nayla que se iría a Monterrey, ella se sintió feliz por la decisión de su amigo fotógrafo, y sobretodo porque encontraría más oportunidades para mostrar su arte visual.  Una tarde, él la invitó a que fueran a dar una vuelta con sus amigos y tomarse una cerveza. Nayla aceptó y atras de la Van escuchaba toda la perorata superflua de los amigos de Horacio, que no erán artistas.

Llegaron al Mirador y empezaron a tomar y fumar nicotina, a inhalar coca, ella sólo consumía nicotina, soda y rivotril, entre la peda de los chavos, Horacio le agradeció la confianza en su trabajo, pero el calor comenzó a subir y se comenzaron a besar y a fajar delante de los demás, el grito de espanto fue de la amiga open mind, mientras que su amigo Lalo se cachondeaba de ver cómo el fotógrafo, le bajaba los tirantes a Nayla y ella dejaba que le besara los senos delante de ellos.

Pero luego siguieron otras salidas a divertirse que terminaban en besos, en la segunda ocasión mientras Lalo manejaba el auto, atrás Nayla se subía en Horacio mientras él le decía que sólo con ella podía tener erección a pesar de tomar su medicamento para la depresión, a ella no le importaba, terminó poniéndole el condón y cogiendo en el asiento trasero.

Las tardes de fuego se extendían, hasta que Nayla aceptó que Lalo participara y se fueron a un motel los tres. Llegaba al estudio de Horacio y terminaban cogiendo, sin hablar, más de arte o planes de irse o los proyectos que al inicio los unían, ya no querían platicar, ella solo quería chupar el pene de él y sentir cómo se venía en su boca, sentirlo adentro, y después sentirse culpables porque "eso no es profesional".

Pero lo mejor de su relación era saberse exhibicionistas, que en el auto los miraban otros mientras gemían, detenerse en la carretera para follar, para que Horacio la apretara y rompiera la primer frase que le dijo en el Mirador: "Besos en la boca no, besos en la boca no porque nos enamoramos".

Sin embargo, Lalo que siempre era el cómplice de los delirios mojados de su amigo y Nayla, comenzó a buscarla aunque ella lo rechazó en varias ocasiones. Fue esa madrugada de navidad cuando Lalo le gritó a ella para que salieran y le marcó al celular, la chica, lo mandó a freír espárragos y eso detonó terminara la aventura con Horacio ya que se sintió invadida y presionada por un extraño que no le atraía como él.

El tiempo y las circunstancias  los nuevos amantes los separaron, hasta esa noche, después de casi cinco años de no verlo, se encontraron en la calle, ninguno de los dos cambió físicamente  y Horacio le preguntó si se había casado, ella respondió con un no y quedó la promesa de volverse a ver.

Pero las últimas noches, el recuerdo del cuerpo de Horacio y esas imágenes de desenfrenada pasión la aturdían, el olor del semen  el mojarse arriba de él, abajo, el sentir su lengua en su clítoris, el volver a andar en un auto cogiéndose sin importar la gente los viera, los besos en sus senos, las lenguas enrolladas rompiendo un tonto pacto y los gemidos del fotógrafo al venirse en su boca.

Esa noche, la gata decidió dejarle un recado en su facebook: Quiero verte para que terminemos esa sesión de desnudos. Y se quedó a la espera de la respuesta, de ese fotógrafo que captó su cuerpo desnudo entre semáforos, moteles, estudios y miradores, a la espera de la desnudez de los cuerpos encimados...

Hercilia Gato 013´

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1 commento:

Anonimo ha detto...

http://essesubsistens.blogspot.mx/

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