mercoledì 15 maggio 2013

Vino a visitarme mi padre




Vino a visitarme mi padre mientras trataba de dormir la siesta, me asusté porque pensé estaba dormida pero no, aun seguía despierta-dijo Ara.
-Ya te he dicho que reces, que hagas oración y eches agua bendita- le respondió su madre.
-Pero es que sentí que alguien estaba a mi lado y me preguntaron qué hiciste, y ahora que lo pienso, fue mi papá.

La mujer guardó silencio y con la mirada en otro lado le contestó-Tu padre no te olvida.

Ambas callaron mientras terminaron de cenar, sabían, que algunas cosas no se deben explicar porque a veces son ilógicas o resultado del cansancio, pero ninguna quiso hablar más.

Ara se despidió de su madre y se fue a su casa, pero en la mente le pasaba la idea de que esa noche tenía que visitar a Sergio, su padre muerto, ocho años atrás.

Se puso a preparar su bolsa de trabajo para el día siguiente y cansada de la ropa se desvistió para tirarse a dormir y olvidar la voz de su padre.

se puso el short y la blusa azul de tirantes para dormir, mientras buscaba música en el computador para relajarse y perderse en el sueño.

Cogió una crayola roja y pintó una puerta, la puerta se abrió y comenzó a caminar por una pradera llena de flores blancas, margaritas, lilas, un cristalino arroyo murmuraba y una ligera neblina cubría un paisaje sin sol. Se sentía feliz y ligera en ese lugar desconocido.

Cuando de repente vio a una mujer vestida a la antigua, con una enorme falda y un delantal, su cabello trenzado y los ojos azules, extraviados en algún punto, la mujer la miró como si Ara no existiera-¿Qué quieres?-le dijo.

Vine a visitar a mi padre porque hace rato él fue a verme, se llama Sergio- contestó decidida  la extraña mientras comenzó a sentir el frío del lugar.

Tu padre ya está muerto y somos muchos aquí, no deberías estar en este lugar, los vivos sólo causan problemas, además, él está ocupado cuidando a su gato, vete y deja de buscar respuestas a lo que no tendrás ahora-le refutó la mujer.

Pero quiero ver a mi padre, quiero saber qué me quería decir, no me preguntó más que qué hice, quiero verlo porque él fue a visitarme-decía necia Ara.

Aquí no hay tiempos de visita, salimos cuando queremos pero ustedes no pueden entrar a nuestro mundo, vete si no te vas a quedar para siempre, tonta mujer.

Vine a ver a mi padre y no me iré hasta verlo. El clima comenzó a cambiar y una oscuridad se cernía sobre las flores, vivas, coloridas, mientras sombras humanas rodearon a la mujer y a Ara, que seguía necia en ver a l padre fallecido.

La comenzaron a rodear mientras escuchaba murmullos y carcajadas y sentía que su piel se enchinaba, que un escalofrío la recorría y el corazón se le iba a reventar.

Déjenla- se escuchó la voz de un hombre mayor vestido con una camisa rala color amarilla y unos pantalones grises mientras un gato iba a su paso. Las sombras y la mujer se retiraron a toda prisa.

!Vine a visitarte, papá!-dijo emocionada Ara- Vine a preguntarte qué me ibas a decir, mira, Mitzi sigue igual,  ¿ya comiste?, ¿están tus amigos aquí?.

Deja de hablar tanto, eres idéntica a tu madre, necia; Aquí no comemos, todos estamos bien, hasta Mitzi se la pasa de huevón. No debiste venir, a menos que quieras quedarte, pero allá te necesitan, ¿quieres quedarte?.

No lo sé, sólo quiero que me digas por qué me preguntaste qué hice, en realidad, no hice mucho, me la pasé trabajando y como me sentí mal me acosté cuando llegaste, papá, ¿qué me ibas a decir?- Preguntó la chica.

Nada, sólo quería saber si estás bien y ya sabes que seguido voy, lo sabes, no sé por qué eres necia en venir a este lado, aquí todos estamos muertos pero tranquilos.

-¿También los niños y los que ha matado el gobierno?- cuestionó Ara.

Sí, tardan en adaptarse porque no querían morir, nadie espera morir, yo no esperé morir en ese quirófano cuando me metieron los médicos- dijo Sergio.

Aquí se platica de los sueños, muchos tenían sueños y extrañan a sus familias, por eso salimos, hasta tus gatos salen a dar la vuelta, pero los que mueren violentamente tardan en llegar, por eso los verás que se te acercan, o que andan en la calle perdidos, al final, todos nos juntamos aquí.

-¿Qué me ibas a decir?necesito saberlo- insistió la chica mientras cargaba a sus gatos que se habían marchado tras su padre al morir.

Nada, sólo  quería saber si están bien, debes irte y ya deja de ser tan necia, come que estás muy flaca y no pelees con cualquier pendejo.-la aconsejó.

Caminaron por el valle floreado y friolento, mientras Ara veía un grupo de personas que jugaba cartas y un hombre de traje se le acercaba y le pedía si podía buscar su celular. Una niña lloraba pidiendo ver a su mamita, otros más se reían y un chico vestido como en los sesenta le daba un volante para una manifestación-Vaya, vaya señorita, pero tenga cuidado porque los judiciales nos andan siguiendo. Dijo.

Se les olvida a veces que ya murieron-le dijo su padre.

Vine a visitarte porque tú fuiste, te voy a seguir esperando aunque no avises ¿quieres que le diga algo a tu mujer? te extraña-

No, sólo dile que todo estará bien- Respondió el muerto. La gente seguía pasando hasta que por fin padre e hija llegaron al inicio de la pradera, una tenue neblina seguía cubriendo los campos de flores y el arroyo que Ara vio al inicio se convirtió en un río caudaloso y azul marino- Debes cruzar- le dijo Sergio.

-Papá, ¿existe ese hombre que le llaman Dios?- preguntó- No sé quién sea ese tipo, por cierto, dile a tu madre que yo nunca quise que me bautizaran ni que me pusieran aceite al morir.

-Le llaman santos oleos, papá- dijo Ara-Como sea, ya debes cruzar.

La chica acarició a los gatos y abrazó a su padre, como la hija que extraña al padre desaparecido en una guerra sucia o en una guerra fallida e inventada.

Brincó nostálgica al río, mientras se daba cuenta que manos y rostros gritaban pidiendo auxilio para no llegar al valle y bailaban en el agua cuerpos mutilados y seres míticos, al llegar a la otra orilla, no vio más a su padre.

-¿Ya lo viste?- Preguntó la pálida mujer de trenzas que la recibió-Ya, gracias.

La anfitriona sonrió y le abrió nuevamente la puerta hecha de crayola, mientras sus ojos azules parecían mirarla compasivamente, aunque Ara, sabía estaba muerta.

Atravesó la puerta de la roja crayola.

A la mañana siguiente, Ara fue encontrada agonizante mientras le repetía a su anciana madre "Vino a visitarme mi padre, te manda decir que todo estará bien...". Los ojos se le cerraron mientras en la mano tenía un ramito de flores lilas.


Hercilia Gato 013'


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