El miedo de ellos

El miedo de ellos que quieren que me lo trague
 y que igual tenga miedo como ellos...
Entonces me resisto y me niego a tener miedo,
 y me tapo los oídos para no escucharlos,
 porque creo tienen miedo a que sea feliz.

                                                                 Su miedo trasmina las paredes, pero es razonable, son adultos de otra época, enraizados a viejas costumbres, reacias, puritanas, miedosos de sentir, miedosos de vivir, miedosos de decir que tienen miedo.

Luego los escucho: No camines, no andes sin andadera, no te esfuerces, te quedarás paralítica, te quedarás parapléjica, no camines, no respires, no comas esto, no toques aquello, no pienses, no hables, no cojas, te romperan el corazón. Entonces yo me encojo como niña en medio de adultos, me encojo a media cocina y me tapo los oídos, los escucho ladrar, gruñir como cerdos, parlotear, focas, cerdos, bestias, serpientes.

Trituran mi cara, mis ojos se cierran, se tiran de la ventana, cualquier resquicio que haya es bueno para escapar, pero no quiero que saboteen mi destino.
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Quiero matarme yo, ser yo la que se tire al vacío, la que sufra en carne propia cuando se van los suspiros, la que sangre cuando se clave una navaja en las venas, quiero ser yo la que pierda el conocimiento después de la crisis, quiero ser yo la que sienta cuando se va mi último suspiro.

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Sin ellos, sin ti, sin cerdos, sin ellos, sin sistema, sin mujeres, sin trogloditas, sin machos, sin hombres, sin costumbres, sin reglas, sin autoridad, sin clérigos, sin monjas, sin rutina, sin chismes, sin reglas, sin ellos.

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Luego me da miedo moverme, es decir, no sé si respirar o no para no ser vista y que no me jodan la madre con sus miedos, con sus maldiciones, porque creo su felicidad radica en la infelicidad, su felicidad radica en castrar la aventura, en obedecer reglas, seguir formas, portarse decentes, les gusta jugar a la decencia, aunque gimen como locos en las mamadas, les gusta provocar miedo, meter miedo, que perezca la inocencia ante la realidad, son felices así.

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El miedo de ellos que quieren que me lo trague y que igual tenga miedo como ellos...Entonces me resisto y me niego a tener miedo, y me tapo los oídos para no escucharlos, porque creo tienen miedo a que sea feliz. Entonces callo, me agacho y cierro los ojos para abrir la puerta de mi imaginación y ser feliz sin sus miedos.

                                               

             Hercilia Gato 014´



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