venerdì 2 maggio 2014

Carta 2...A Nabokob

Carta a Nabokob 

El día que te fuiste sentí que moría, mis piernas temblaban cuando salí de tu departamento, cuando bajé las escaleras y fui a la calle, más que del orgasmo de esa noche de la sorpresa, estaba gélida y no pude aguantar romper en llanto. Toda la avenida fui llorando de saber que te irías. Como una niña, como cualquier Lolita que pierde un dulce.

Haciendo de cuenta que ya no estabas, que pronto te irías, pusiste en venta todos los libros de ese estante que me abrió las puertas a tantos mundos maravillosos y perversos, contigo conocí a Justine y a Julieta, también los maravillosos lugares del mundo de Rutabaga. Ah tu librero! Cuando dijiste de vender libros me sorprendí, pero me sorprendí más cuando me dijiste que si yo te lo pedía no te irías. No te respondí nada porque yo siempre fui la caradura de esa relación, como decías, yo era el hombre y tu la mujer, pero más que eso, quién era yo para interferir en tu destino. El destino que ya está escrito en las estrellas y os trae la vocación de llevarnos a donde quiera el viento y el mar.

Después te fuiste y ya no supe ni quise saber de ti, eso sí, mis taras y demonios, tus fantasmas, las humedades que me provocabas las saqué en varios cuentos que por cierto, han leído demasiado los internautas, puedes sentirte orgulloso que gracias a ti comencé mis pininos en el cuento, idéntico a nuestra historia. Me costó un chingo de cogidas y amantes, el olvidarte, bueno, no tanto, no mentiré.


¿Te acuerdas cuando leíamos?, ¿Las tantas veces que viste mi caligrafía hecha poema?, No se me olvida que decías soy una fatalidad como articulista y reportera, pero como poetiza, según tú, soy excelente. Verte me atrapa, me trae buenos recuerdos, recuerdos que a nadie digo, bueno, uno que otro lo sabrá, fuimos historia de pueblo chico infierno grande. Aunque estoy segura nadie notó cómo me corría en tus piernas, cómo jugábamos a que era tu Lolita, y cómo te seducía y me conquistabas con tus libros, con el café o la comida que alguna vez me compartiste, aunque por lo regular sólo era café y cigarrillos después o antes de hacer el amor. Yo moría siempre por chuparte la verga, pero desesperaba cuando me pedías que hablara en el acto. Y me encantaba desvestirme, o que me quitaras mis braguitas de niña, como decías.

A veces no recuerdo bien las cosas, pasas hoy por mi mente como un delicioso fantasma, pienso que esa vez que nos hablamos en DF, no nos vimos no por la lluvia, ¿recordarás mi terror a la lluvia?, sino porque el destino que ya está escrito, no lo quiso.

Ah! Mi amado Nabokob, apareces como desaparecido que se fue otra vez en mi vida. Me seduces con tu lengua dulce que quema rincones púrpuras, con esa fachita de profesor buena onda y culto, y yo juego a creerme que aún soy una teenager cuando ahora tengo 36...Ahora me pregunto cuántos años tendrás.

También me pregunto si Lolita tendrá deseos de verte o el GatoNegro, pero creo ya te sabes el final de la película.

Ahora amo a un Dios, sí, yo la que no adora a nadie, la que no cree en dioses ni santos ni patronos ni vírgenes y esas cosas, estoy enamorada desde hace meses de un Dios, es el dios del universo, lo ha creado todo, el caos y el orden, las maravillas terrenales y el inframundo, se llama Zeus, aunque creo que ya habíamos hablado de él tantas veces en tu salita.

Es maravilloso, obvio que saldrás con la cosa de que yo no puedo enamorarme porque no soy mujer para amar y tantas cosas que ya sé pasan por tu cabeza. Pero dese hace 4 meses -pensarás qué son 4 meses- ando endiosada, enculada como dicen vulgarmente, enamorada. Lo amo porque ama a la mortal, a la mujer errática que soy.

Me provoca escribirle poesía, me convierte en su musa, en su mortal, en Leda a la orilla del Eurotas, en medio del lago, esperando llegue su cisne y bata en ella sus alas, su sexo que me calcina, me hace arder y me convierte en Fénix, en agua, en deseo.

Ahora me despido de ti, mi querido Nabokov, la fantasía de las miles de Lolitas que cruzaron por tu vida y a las que les bajaste los calzones, porque no creo haber sido la única, en realidad eso ya no importa, hace mucho me fui.

El final de esta novela, ya te lo sabes de memoria.

Tuya: Lolita.

Licencia de Creative Commons
Carta 2 a Nabokov by Hercilia Castro Balderas is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

Nessun commento:

Miedos

Tengo las horas contadas, tan contadas, que no puedo ni cambiar mi testamento (sí, yo sí tengo testamento 27 años ha). Tengo mie...