El
cuerpo de la droga
Hercilia
Castro
Y así
Le dije
Con desolada
Y cristiana
Bondad:
Desnúdate
Que yo
Te
Ayudaré. Con Pasión-Efraín Huerta
No puede ser que ya no pueda vivir
sin la droga, me la paso en el letargo pensando en la noche, en que no llegue
la noche para no tomar los malditos sicotrópicos del cuadro II- Pensaba Amalia
mientras estaba envuelta en su toalla blanca fumándose un Moore y tomando su
taza de café mientras el agua le escurría por los hombros.
Debería entrar a uno de esos grupos
de neuróticos anónimos, o a un cuarto y quinto paso, bah! Qué más da si solo va
gente doblemoralina como esa que va todos los días de su vida a la iglesia y
ahí mismo critican al prójimo- Pensó mientras se quitaba la toalla para
cambiarse de ropa y usar algo cómodo para andar en casa.
Demonios, ya no puedo más, ayer tomé
16 gramos de rivotril sin sumar la loratadina y el naxén (para colmo no tengo
ibuprofeno ni la Reyna)…Una Reyna me caería muy bien ahora que sigo adormilada
por el efecto del clonazepam.
Tal vez debería ser normal y terminar
con esta adicción, los normales trabajan bien sin drogas, pero qué va, yo nunca
he sido normal, me aburro con facilidad de la mediocridad y de los aburridos
amantes, aunque ninguno como Adrián.
Tener esa sensación de que el cuerpo
se calienta hasta el éxtasis, que uno pide más orgasmos y termina dormida por
más de 18 horas, sentir cómo te quemas, pedir más y más, aunque ya no te toque
más, tu amante, venirse, mojarse y terminar dormida plácidamente.
Amalia se recostó en el suelo con los
pechos al aire, su sexo sintió el roce del viento, la brisa en su pubis
depilado, la mano que bajaba en la entrepierna, la boca de Adrián en su cuello
mientras ella sufría estertores de placer, el jaloneo de él hacia su sexo como
tenía tiempo no se entregaban, el cuarto a media luz y la ventana del cuarto
que daba al otro edificio donde, maliciosos ojos los veían.
Una y otra vez el balanceo, los
gemidos de ella en sus oídos, destrozaba lo que estaba a su paso, mientras él
bajó y metía su lengua en su clítoris, su vagina y ella lo rodeó con las
piernas y jaló con sus manos sus rubios cabellos a su sexo.
Bocabajo, bocarriba, de lado, el
sudor de los amantes incontenibles, el placer exquisito y la fusión de sus
líquidos uno solo.
Toda la noche de Adrián, toda la
noche Amalia al desnudo, unidos como siempre y sin final.
Al día siguiente el teléfono sonó
todo el día pero nadie parecía escucharlo y por la ventana, el sol se colaba
con irónica sonrisa.
Beatriz, la hermana mayor de Amalia
fue a su departamento preocupada por Amalia que hace días no respondía, cuando
entró, la halló desnuda sobre la alfombra, rodeada de los barbitúricos y una
Reyna clavada en su cenefa.
Hercilia Gato 013´
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