mercoledì 14 novembre 2018

Elena y el astronauta



Elena sabía que el astronauta no iba a bajara tierra mientras el cohete espacial estuviera descompuesto, se conformaba,  con mirar por la ventana y ver en la luna, si el astroviajero se asomaba, así, ilusa como una niña que espera la navidad.

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Elena estuvo horas y horas tejiendo un brocado de acero, intentaba dar vuelta al hilo de acero con las agujas de marfil que le regaló el astronauta del Andrómeda, pensando en que un traje de metal, protegería contra las balas al hijo que llegara.

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La pobrecita de Elena no deja más que dar vueltas en la mecedora, tejer cristales rotos, pegar los pedazos de loza, y juntar una a una las gotas de sangre del corazón, quería, la ingenua, ver si podía hacer una escalera para ir con el astronauta.


El gato se sentó a esperar a Elena de que regresara de sus mareas de octubre, las mareas de octubre son muy peligrosas, alteran las corrientes marinas y trastocan el agua y sus especies, hay que ser muy fuerte y valiente para atravesarlas, revuelven la cabeza y el alma, el corazón, pero también son cálidas, dan nacimiento a los mejores peces, delfines, mantas, son amorosas, pasionales, y en sus ojos como espejo, se ve el reflejo de la luna donde el astronauta quedó atrapado. El gato sabía que ella iba a regresar tranquila y triunfal con el corazón rebozante de amor.





Miedos

Tengo las horas contadas, tan contadas, que no puedo ni cambiar mi testamento (sí, yo sí tengo testamento 27 años ha). Tengo mie...